Si pones atención en un bosque, el aire y las hojas son cómplices, ¿sabías? Cuentan historias de lo que hay aquí y de lo que está más lejos. A pesar de que no se puedan mover, eso no significa que no puedan saber de otros lugares y de otras montañas. No significa que no conozcan el mar ni su brisa.
Pacientemente esperan noticias e hisotrias y constantemente imaginan. Suelen no tener fronteras a pesar de que no pueden cambiar de lugar. Sin embargo si se mueven... - hacia arriba-.
Por esto, atento, trato de aprender de ellos, conversar e imaginar. Quiero lograr, como ellos, olvidar la inevitabilidad de las circunstancias y de lo físico. Hoy busco hablarte como hablan los árboles sabios. Decir poco, pero estar siempre presente. Busco su paciencia.
Me han hablado sus ramas de el amor, pero no de el amor romántico, ridículo y egoista, sino de la fórmula real de la vida, de lo escencial, de lo bueno y lo malo, de la aceptación.
Busco aprender del amor sin perdones, del amor sin remordimientos. Busco la verdad de lo que soy, de mí. Quiero entender y no pasar por alto lo mejor que hay en este mundo, lo que haga que merezca este gran regalo que es la vida, y que me sirva para entenderlo y disfrutarlo un poco mejor.
Busco el amor sin perdones, ya que si existiera el perdón, significa que ese amor no fue perfecto.
Quiero llegar a decir "te amo" con la contundencia de dos palabras que paralicen el tiempo y rompan cualquier fórmula.
